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Porque aunque Israel y Judá
    han llenado de pecado su país contra el Santo de Israel,
ellos no han sido abandonados por su Dios,
    el SEÑOR Todopoderoso.

»¡Huyan de Babilonia!
    ¡Sálvese quien pueda!
    No se hagan matar por el pecado de ella.
Es hora de la venganza del SEÑOR,
    él le dará su merecido.
En manos del SEÑOR,
    Babilonia era una copa de oro
    que emborrachaba a todo el mundo.
Las naciones se enloquecieron
    porque bebieron de su vino.

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